por virgilio ducasse
alguien, a quién naturaleza ha favorecido con fausto semblante y salpicadas mejillas, descansa sus pasos sobre un húmedo banco que en la plaza muere.
me acerco empujado por la morbosa curiosidad que su indiscreta angustia me inspira, e increpo:-¿acaso septiembre no ha florecido en tu lozana senda, como lo hace en jardines y recodos?
y a penas responde afirmando: -la primavera no es la estación del amor. ¡es la estación de las lluvias!
y bien comprendo... no eran flores las que obsequiaron en el nono mes los que cubiertos de mameluco trituran sonidos como si de ese modo obtuvieran nectar o savia. no eran flores. sino truenos, rayos, vientos y centellas!!